LA MEMORIA
DE LAS CICATRICES
Mucho más que un thriller
Cuidado. Si abres esta novela, te convertirás en un residente más del geriátrico Paradise Freedom, mientras acompañas a Robert en su viaje a través de la memoria. Sentirás sus heridas. También sus cicatrices.
Si decides adentrarte en estas páginas, visitarás San Francisco y las islas de Trinidad y Tobago, avanzando por tres tramas en dos líneas temporales con un único objetivo: descubrir el secreto que esconde el geriátrico.
Y, cuando lo descubras, ya no habrá vuelta atrás.
¿Sigues queriendo entrar? Luego no digas que no te avisé.
Los tres rasgos que me conquistaron, y siguen conquistando, de la escritura de León son:
- El mimo con el que se nota que escribe. Tiene un estilo limpio y cuidado que invita a disfrutar de la lectura.
- Su capacidad de sorprender. No importa cuántos relatos suyos hayas leído, siempre encuentra un giro inesperado para la trama que hace que te explote la cabeza.
- Ese empuje a seguir y seguir leyendo. Te reto a proponerte parar a una hora determinada y… cumplirlo, ¡es imposible!
León Garzón
Ingeniero de día. Escritor siempre.
Toda historia tiene dos versiones: la corta, carente de detalles pero muy práctica, y la larga, jugosa, pero no apta para todos los paladares.
Si me preguntaras de dónde soy, podría responder que de la verde y lluviosa Asturias —la «tierrina», así la llamamos los asturianos—, al norte de España.
Si quisieras saber a qué me dedico, podría contestar que soy ingeniero de telecomunicaciones por ganarme la vida y escritor por vocación.
Si te interesaras por mis pasiones, podría enumerar que son leer, el cine, viajar, comer, el deporte en general y la capoeira en particular.
Todo esto es verdad y rápido de leer, lo admito, pero a mí me sabe a poco.
Si, como yo, necesitas más, te espera la versión con sustancia a solo un clic.
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Nada es imposible con la dosis adecuada de tiempo, perseverancia y fe.
León Garzón
Escribo novelas y también un blog
Mi espacio para todo lo que no es libro… todavía
Encontrarás artículos, relatos y, no te voy a engañar, alguna ida de pinza.
Inocencia
Padre cabecea en el sillón de la esquina. Es mi favorito y él lo sabe; por eso lo subió del salón a mi dormitorio y lo puso en esa esquina, mirando hacia mi cama. El tapizado parece de jirones de faldas escocesas, con cuadros rojos, amarillos, negros, alguno verde...
Almas viejas
A veces la veo en mis pesadillas. La veo desnuda, marchita, desdentada, buscándome los ojos insistente. Las tetas le cuelgan como preservativos usados, igual de translúcidos, y tiemblan con las arrugas que le tatúan el cuerpo. Extiende las manos y dice: «Ven», pero...
El bicho
El bicho viaja en las manos. Dice la tele que también en la saliva. Y Covadonga me aseguró que puede entrarte por los ojos, que se lo dijo su hija pequeña, la que trabaja en el hospital. Eso fue la semana pasada. El mes pasado estaba convencida de que el calor lo...
